Por qué los tomates pierden sabor en el frigorífico
El tomate ya no sabe a nada. ¿Cuántas veces lo ha pensado con cara de disgusto mirando unos restos rojos en el plato? Parte de la culpa la tiene el frigorífico, el de su casa y, por supuesto, el del almacenaje antes de llegar al supermercado. Un estudio publicado en la revista Proccedings of the National Academy of Sciences de EE.UU. comprueba cómo el frío afecta a la actividad de algunos de sus genes y, en consecuencia, al sabor de estos frutos. Las temperaturas inferiores a 12ºC (posiblemente la cámara de su electrodoméstico ronde los 4ºC o menos) puede hacer que los tomates estén muy frescos, pero dificultan las enzimas que ayudan a sintetizar los compuestos aromáticos volátiles, muy importantes para que sean gustosos, y el resultado es relativamente insípido. Para descubrir las bases genéticas de la pérdida de sabor asociada al enfriamiento, Harry Klee, de la Universidad de Florida, y sus colegas conservaron distintas variedades puras de tomates maduros rojos a 5°C durante 1, 3 ó