Estos científicos llevan años analizando excrementos de 2.700 años de antigüedad para descubrir por qué nuestra flora intestinal nos hace enfermar
La mina de Hallstatt es una telaraña de galerías y pasadizos que, a más de 800 metros de altitud, horada los restos de un mar antiguo. Dicen que es la mina de sal más antigua del mundo y que hace más de 7.000 años que los hombres taladran las piedras de aquella montaña austriaca buscando ese apreciadísimo oro blanco . Dicen muchas cosas más, pero Hallstatt es conocida, sobre todo, por el enorme cementerio con 1.200 hombres, mujeres y niños de la Edad de Bronce que encontraron en las entrañas de la mina en 1824. Sin embargo, hoy no vamos a hablar de elaboradas hachas, delicadas vestimentas o restos perfectamente conservados: vamos a hablar de excrementos . Porque sí, gracias a las temperaturas constantes y las altas concentraciones de sal, en la mina de Hallstatt se conservan muchos excrementos. Excrementos que, con las nuevas tecnologías de las que disponemos, están haciendo que nos demos cuenta de que la dieta de hace 2.700 años no es tan distinta de la de hoy en día . ¡Queso azul