Soy periodista, tengo ELA y no puedo mover nada de mi cuerpo salvo los ojos... así que escribo artículos con mis pupilas
La ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) es una lotería macabra. Una enfermedad neuromuscular degenerativa que aparece de forma espontánea, sin origen conocido y sin que guarde relación con ningún hábito en particular más allá de su vertiente hereditaria. No tiene cura ni tratamiento, solo cuidados paliativos. Esa lotería le tocó en 2014 a Carlos Matallanas , periodista que mantenía una carrera paralela en el fútbol semiprofesional. Entonces tenía 33 años, y aunque el diagnóstico se lo dieron en ese momento, meses atrás notó cómo su capacidad para articular palabras iba disminuyendo al mismo tiempo que dejaba de controlar sus brazos con la precisión habitual. Se fue haciendo a la idea de lo que le estaba pasando a su cuerpo. Entre otras decisiones, fue publicando el avance de su enfermedad en El Confidencial , el medio para el que trabajaba entonces y en el que coordinaba la sección de Deportes. Cinco años después, Carlos sigue vivo, pese a que la gran mayoría de enfermos de ELA no su