Intenté alojarme en un futurista hotel sin recepción 24 horas y llave integrada en el móvil. Salió fatal
Este verano decidí visitar San Francisco y escogí un hotel como otro cualquiera —dentro de las posibilidades económicas que un profesional liberal se puede permitir —, algo céntrico y sin ratones, no pido más. La cosa es que en su web no detecté nada fuera de lo normal. Reservar, siguiente, gracias. Llegué allí a las siete de la tarde. Primera alarma: estaba cerrado y no había nadie en recepción, solo un enigmático teclado de código numérico junto a la puerta secundaria. Enseguida coincidió que otro huésped salía de él y pude entrar al hall . "Quizás la persona de recepción está en el aseo", pensé. Y me puse a esperar. Y a esperar... Y seguí esperando Cuando ya andaba más mosqueado que Jony Ive viendo la presentación de un fabricante chino que no recuerdo, apareció un amabilísimo matrimonio, también alojado en el hotel, a quien pude preguntar si es que no había nadie en recepción. Segunda alarma: "No durante todo el día, solo durante algunas horas", m