Era un escéptico militante de las Smart TV. Hasta que mi tele OLED me demostró que estaba equivocado
Durante siete largos años, por distintas circunstancias, esperé a comprar un televisor OLED 4K. Finalmente, en 2020, di el paso y adquirí una LG C9 , predecesora de las superventas LG CX , LG C1 y ahora LG C2 . No era una compra arriesgada. Adquirí ese modelo cuando su sucesora ya se había lanzado, y tras haber leído muchas pruebas por parte de sus usuarios en foros y en análisis como el nuestro. Sabía, además, que la calidad de imagen no me iba a decepcionar, sino todo lo contrario. Por trabajo había podido probar televisores LCD de gama alta, pero esto iba a ser otro nivel . Del escepticismo al asombro Pese a todas mis expectativas, era muy escéptico con el soporte del fabricante al sistema de Smart TV . Durante la década de 2010 el televisor inteligente había explotado como concepto, pero los fabricantes no se habían preocupado ni de que la experiencia fuera buena, ni del soporte de actualizaciones. Compré un modelo de gama alta, pero convencido de que en poco tiempo est