Lo que vino rápido, rápido se está yendo: las grandes cuencas ya tienen sus embalses a menos del 80% de su capacidad
El verano está afectando a los embalses españoles. Tras casi un año de recuperación hidrólógica, el verano pasa factura a la cantidad de agua embalsada, que se ha reducido especialmente en las cuencas del centro y norte.
Dos meses. Desde que alcanzara su pico anual antes del inicio del verano, la cantidad de agua retenida en los pantanos españoles ha descendido notablemente. Si a finales de mayo la reserva hídrica española se encontraba al 77,5% de su capacidad, nueve semanas después se encuentra al 68,4%.
A paso ligero. La velocidad a la que se están vaciando los pantanos este verano es algo más rápida que la media de los últimos años y considerablemente más rápida que en los dos últimos veranos. Si en su pico los embalses españoles acumulaban 43.407 hectómetros cúbicos (hm³), ahora cuentan con 38.311 hm³, un descenso del 11,74% respecto de este máximo (un 9,1% menos respecto a la capacidad total del sistema).
Esta caída es algo mayor de lo habitual en este periodo. Si tomamos las mismas fechas el año pasado, la caída fue del 8,88%, mientras que el promedio de los últimos 5 años fue de 11,18% para las mismas fechas. 10,98% si consideramos los últimos 10 años.
Diferentes cuencas, diferentes caídas. La cuenca más afectada por esta caída es la de la costa de Galicia. Los embalses de esta cuenca han pasado de guardar 548 a 417 hm³, o lo que es lo mismo, un 23,91% menos de agua.
Entre las grandes cuencas, las mayores caídas se han visto en las del Duero, que pasó de los 7.040 a los 6.031 hm³ (una caída del 14,33%); y del Guadalquivir, que pasó de los 4.905 a los 4.206 hm³ (un 14,25% menos).
Menos restricciones. Parte de la diferencia puede explicarse con el fin de la sequía que amenazaba nuestra reserva el año pasado a estas alturas, una sequía que afectaba a todas las cuencas de la Península. La falta de agua llevó a las administraciones a introducir medidas para limitar el consumo de agua.
Unas medidas que, conforme llegaron las lluvias, fueron siendo levantadas por las distintas administraciones que las introdujeron. Ahora, tras relajarse las medidas, el consumo de agua ha podido incrementar y, con él, la velocidad a la que nuestros pantanos se vacían.
Un mes de junio de lo más anómalo. El verano es siempre una época de estrés hídrico: las precipitaciones suelen ser menores y el consumo de agua es mayor. Este año esto es especialmente cierto, sobre todo durante el mes de junio.
El verano de 2025 empezó con fuerza. Junio no solo fue un mes extremadamente cálido (el más cálido desde que tenemos registros), también fue un mes más seco de lo que suele ser habitual en las fechas. Las precipitaciones fueron alrededor del 68% de lo habitual en la España peninsular.
El calor implica una mayor evaporación del agua de los embalses. Un estudio publicado en el año 2000 estimaba en 1.400 hm³ el agua evaporada en embalses y humedales de España. Esta cifra, como es lógico, depende de factores como la temperatura, pero también de otros como el llenado de los embalses (a más agua, más superficie; y a más superficie, más evaporación). El calor hace que consumamos más agua para refrescarnos, también a través de un mayor consumo de energía, y la falta de lluvias en algunos contextos ha de suplirse con agua procedente de embalses.
Imagen | Pedro Luis Domínguez Ruiz
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La noticia Lo que vino rápido, rápido se está yendo: las grandes cuencas ya tienen sus embalses a menos del 80% de su capacidad fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .
Fuente: Xataka
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