Tenemos un problema con las palas eólicas y otro con el hormigón. España ha decidido resolver ambos a la vez

Tenemos un problema con las palas eólicas y otro con el hormigón. España ha decidido resolver ambos a la vez

En los talleres de Algete, al norte de Madrid, los restos de una pala eólica triturada esperan su segunda vida. Durante años captó el viento en un parque gaditano; hoy forma parte de una losa de hormigón experimental.

España está encontrando una forma insólita de unir dos retos ambientales: el reciclaje de miles de palas eólicas que se acumulan como residuos y la urgencia de reducir la huella de carbono del hormigón, uno de los materiales más contaminantes del planeta. 

De las aspas al suelo. Acciona y Holcim han desarrollado con éxito un nuevo hormigón sostenible elaborado con palas de aerogenerador recicladas. El proyecto, bautizado como Blade2Build, forma parte de una iniciativa europea de innovación en economía circular.

El prototipo consiste en una losa de más de 120 metros cuadrados construida en el Demoparque del Centro Tecnológico de Acciona, en Algete (Madrid). Como explica la empresa, la composición incorpora materiales procedentes de palas de aerogeneradores en forma de fibra como reemplazo parcial de los áridos naturales. En otras palabras, las palas trituradas se utilizan para sustituir parte de la grava o la arena que normalmente se emplean en el hormigón. 

La mezcla. La base del nuevo hormigón es una versión ecológica desarrollada por Holcim, un tipo de material diseñado para reducir al mínimo su impacto ambiental. En este caso, la fórmula incluye un 11% de componentes reciclados, entre ellos fibras procedentes de palas eólicas trituradas. Esta tecnología, conocida como ECOCycle, permite reutilizar materiales que de otro modo acabarían como residuos, sin comprometer la resistencia ni la durabilidad del producto. 

También se emplea un cemento de baja emisión de CO₂, fabricado con menos clínker —la sustancia que se obtiene al calentar piedra caliza a más de 1.400 °C y que es la principal responsable de las emisiones del cemento tradicional—. Según Holcim esta combinación reduce casi a la mitad la huella de carbono del producto final. Además, las fibras de vidrio y resinas de las palas actúan como refuerzo interno, mejorando la resistencia del material frente a la tracción y las fracturas. La energía que antes se movía con el viento ahora se asienta en la tierra.

El dilema de las palas. En los próximos años, miles de palas eólicas dejarán de girar en Europa. Silenciosas, gigantescas, quedarán en tierra firme después de dos décadas enfrentándose al viento. Se calcula que serán unas 14.000, un alud de materiales —fibra de vidrio, carbono y resinas— que sumarán entre 40.000 y 60.000 toneladas de residuos. Están hechas para durar, no para desaparecer. Y ese es el gran dilema: su resistencia, la misma que las hizo útiles, ahora las condena.

En Estados Unidos ya se vieron las consecuencias de no planificar el final del ciclo: en 2020, una foto aérea de un vertedero en Wyoming, tomada por Bloomberg, mostraba cientos de palas eólicas semienterradas. La escena se volvió viral y sirvió de aviso para Europa, que ahora trabaja en soluciones que permitan recuperar sus materiales en lugar de enterrarlos.

¿Funciona realmente? Los primeros ensayos son prometedores. Según Holcim, el hormigón resultante mantiene las propiedades estructurales necesarias y cumple los estándares de durabilidad. Las fibras de las palas trituradas no solo refuerzan el material, sino que también mejoran su flexibilidad y resistencia a la fractura.

No es el único caso. La Universidad de Burgos lleva varios años experimentando con su propio método, basado en el uso de TPA (Triturado de Pala de Aerogenerador), un material que se obtiene cortando y moliendo las palas en fragmentos minúsculos. El grupo Sustainable Construction Research (Sucons) ha llegado a pavimentar una calle de 50 metros en el campus de Milanera con este tipo de hormigón.

Pero no es el primer proyecto de Acciona. Como parte de la iniciativa #TurbineMade, una de las palas del parque gaditano de Tahivilla se transformó en una serie limitada de zapatillas deportivas fabricadas junto a la firma El Ganso. Según explicó la compañía, esas suelas recicladas simbolizan su compromiso de alcanzar el 100% de materiales sostenibles en sus colecciones.

La paradoja es única. Los mismos materiales que un día ayudaron a producir energía limpia pueden servir ahora para reducir las emisiones de la industria más contaminante. Si el hormigón fue el material del siglo XX, quizá el del XXI sea aquel que consigue construir sin destruir. Y en España, al menos, ya han empezado a hacerlo. Pala a pala.

Imagen | FreePik y FreePik

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Fuente: Xataka
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