Los fabricantes chinos están lanzando coches eléctricos a un ritmo infernal. La respuesta de Toyota: filosofía Kaizen

Los fabricantes chinos están lanzando coches eléctricos a un ritmo infernal. La respuesta de Toyota: filosofía Kaizen

Hace ahora dos años, Tesla avanzaba a un ritmo vertiginoso. Sus ventas estaban creciendo y estaban poniendo en marcha toda su maquinaria para mantener la ventaja frente a los competidores. Su proceso productivo le permitía manejar unos márgenes de beneficios tan altos que luego podían apretar con fuerza en el precio final. 

Parte de su secreto lo tenía una máquina llamada Giga Press. La pudimos ver en su fábrica de Berlín con nuestros propios ojos. Enorme, imponente. Con ella, la compañía produce piezas del chasis de mayor tamaño con mayor rapidez. Eso le permite fabricar mucho más deprisa que la competencia porque para los rivales esa misma pieza consiste en muchas otras de menor tamaño que hay que ensamblar. 

La revolución es tal que las grandes compañías parecían decididas a hacerse con la suya propia para poder plantar cara. Tesla también anunció que estaba en disposición de crear piezas más grandes y, por tanto, reducir todavía más los tiempos de fabricación con una Giga Press de mayor tamaño. 

El tiempo nos ha dicho que los de Elon Musk están teniendo problemas para sacar adelante esa evolución de la Giga Press. Y que la máquina, por mucho que pueda hacer copias a un gran ritmo, también tiene su contrapartida como pausas muy largas de la máquina cuando se quiere modificar la pieza en cuestión. 

Pero aligerar los tiempos de desarrollo parece ser el foco de las grandes compañías. Chery aseguraba hace tiempo que el dominio chino era algo así como inevitable. Para ellos, Europa ha perdido la batalla porque el desarrollo de sus vehículos es mucho más rápido, dando respuesta a las demandas del público a un ritmo frenético. 

Y aunque hablamos de una marca china defendiendo su fórmula de negocio, la industria sí parece moverse en esa dirección. Honda y Nissan exploraron una fusión para salvar a esta segunda de la quiebra. Uno de los objetivos a explotar con esta posible fusión era la de ser más ágiles en el desarrollo de automóviles. Renault presumía hace solo unos días de que su Twingo se ha desarrollado en tiempo récord. En China, por supuesto. 

Pero frente al ritmo infernal y un número de lanzamiento frenéticos, Toyota parece estar optando por todo lo contrario. Pausa y perfeccionismo. En definitiva: filosofía kaizen

Filosofía kaizen o cómo perfeccionar un producto

Un buen ejemplo de cómo la industria china presiona para lanzar modelos al mercado a un ritmo frenético es el de BYD. La compañía china está viviendo en sus propias carnes los peligros de seguir el ritmo endiablado de startups menos potentes cuando aspiras a fabricar más de cinco millones de coches al año

Y es que el 2025 ha estado marcado por el anuncio de que incorporarían sus sistemas de conducción más avanzados a todos sus coches en China. A todos, sin excepción, incluido el BYD Seagull (BYD Dolphin Surf en Europa). Un coche que se vende por debajo de los 10.000 euros en el mercado asiático. 

Esto ha dejado obsoletos de una tacada a sus propios coches y ha tenido una consecuencia inmediata, con los clientes esperando los nuevos y más avanzados modelos, las unidades que no incorporan esta tecnología se han acumulado en sus concesionarios a la espera de un posible comprador. 

Esa estrategia, la de lanzar un producto al mercado en el menor tiempo posible y arreglar sus posibles defectos sobre la marcha, confiando en una capacidad adaptativa extraordinariamente rápida, juega a la contra de lo que ha sido siempre la filosofía nipona. 

En Japón han hecho de la filosofía kaizen su máximo exponente. Explica Guillermo García Alfonsín en este documental en Youtube cómo Japón ha construido un imperio automovilístico partiendo de la nada. Uno de los grandes secretos ha sido siempre la de estudiar hasta la extenuación cómo mejorar un producto ya existente, prestando una atención obsesiva al mínimo detalle. El resultado es que las compañías niponas están siempre en lo más alto de las tablas de fiabilidad. 

Los fabricantes chinos están optando por reducir los tiempos de desarrollo a su mínima expresión. Toyota apuesta por todo lo contrario

El choque cultural es evidente. Frente a compañías que desarrollan sus productos a un ritmo vertiginoso y aplican todo tipo de mejoras en el menor tiempo posible, el perfeccionismo japonés prefiere ir sobre seguro, con pies de plomo pero con la garantía de que lo que ponen en el mercado es el mejor resultado que pueden conseguir. 

Hace unos meses desde la propia Toyota se dio a entender que las prisas habían llegado al seno de la compañía, que sentían estar perdiendo el tren de la tecnología del futuro. A esta narrativa, se asegura ahora desde Nikkei,  se ha impuesto la visión conservadora: generación de coches que se estirarán hasta los nueve años para afrontar con garantías el salto a coche eléctrico. 

Hasta ahora, cada generación de Toyota se extendía entre cinco y siete años, moviéndose en los mismos tiempos que el resto de la industria. El diario nipón asegura, sin embargo, que en Toyota están apostando por renovaciones de los modelos que se acercarán a la década y que serán las actualizaciones en remoto las que mantengan el coche al día. Eso sí, en Nikkei señalan que los modelos para China llevarán su propio ritmo, con lanzamientos más constantes. 

La decisión también parece una respuesta a un mercado regulatorio complicado. Toyota es de las pocas compañías que ha renegado del coche eléctrico como única solución, lleva tiempo defendiendo que cada mercado pide coches diferentes y que es necesario adaptarse a los mismos. Y en ese contexto, es el grupo automovilístico que más coches vende con mucha diferencia

Los nipones están andando con pies de plomo antes de dar el salto a la electrificación. El Toyota bZ4X fue un fracaso de ventas y aspira con su última actualización a impulsar las unidades que ha puesto en el mercado. Un consumo alto, un precio igual de alto y un proceso productivo mejorable dieron al traste con el primer modelo eléctrico de la compañía. 

El salto al coche eléctrico es, además, un reto para la empresa, según los consultores empleados por la misma compañía. La empresa de ingeniería inversa Caresoft Global ya alertó a Toyota de que su proceso productivo le impedía poner un producto competitivo en precio con Toyota y los fabricantes chinos. 

Ponían como ejemplo la columna de la dirección y la parte delantera del habitáculo. Según sus estudios, la ausencia de un motor de combustión que genera mayores vibraciones, temperatura y ruido obligaba a montar materiales más pesados para absorber todo lo anterior y generar un mayor confort de marcha. Eso con el coche eléctrico es innecesario y sólo añade peso al conjunto (más consumo), complejidad en la fabricación y un mayor coste. 

Tesla y otros fabricantes chinos como BYD emplean un mayor número de plásticos en estos elementos, lo que les permite ahorrar costes. Toyota y otras marcas niponas se habrían quedado anclados en la vieja forma de hacer coches, afrontando los desafíos propios de un motor de combustión en un coche sin motor de combustión. 

La fotografía ejemplifica bien las dos formas de enfrentar la fabricación de un coche. China tiene claro cuál es su camino, con un calendario de lanzamientos muy corto en el tiempo, un enorme volumen de los mismos y mayor énfasis en el software y elementos como las pantallas. 

Por su parte, Toyota parece tener claro que seguirán como hasta ahora. Al contrario que los fabricantes chinos, alargarán los tiempos de desarrollo. El objetivo es claro: aplicar la filosofía Kaizen para seguir ofreciendo los coches más fiables del mercado y mantener clientes fieles. 

Foto | Toyota

En Xataka | “Es demasiado lenta”: Toyota ya sabe que la brecha con Tesla y BYD tiene su origen en su cultura de empresa japonesa

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Fuente: Xataka
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