En 1962 un remoto pueblo de Tanzania sufrió una epidemia de risas. A día de hoy todavía no hemos logrado curarla
Si eres de los que se le contagia muy fácil la risa ajena, probablemente no hubieras sobrevivido a lo que le sucedió a un pueblo de Tanganika el 30 de enero de 1962. Así lo cuentan dos médicos que recopilaron los hechos: en un colegio misionero femenino del pueblo de Kashasha, en la costa de lo que actualmente conocemos como Lago Victoria (Tanzania), tres alumnas empezaron a bromear. Su risa mutó de normal a nerviosa, dejando de ser tanto una manifestación del humor como algo más inquietante. Las chicas no paraban de reír histéricamente. La risa, esa tradicional válvula de escape, era ahora una reacción terrorífica. Sin saber muy bien cómo, el resto de la escuela empezó a contagiarse de este efecto, y para las pocas horas 95 de las 159 asistentes al colegio también proferían carcajadas durante horas, 16 horas seguidas en los casos más graves. En Xataka En 1919 los alemanes decidieron hundir toda su flota en el Mar del Norte. El acero de esos barcos terminó en el espacio ...