La subvención a la gasolina y al diésel tiene unos claros beneficiados: las rentas más altas

La subvención a la gasolina y al diésel tiene unos claros beneficiados: las rentas más altas

El último informe europeo en el que se recogen los costes de los carburantes ha cifrado en 1,749 €/litro el precio de la gasolina y en 1,906 €/litro el del diésel. Hace exactamente un año, la gasolina se situaba en 1,437 €/litro de media y el diésel en 1,280 €/litro. En 2019, los costes eran de 1,318 €/litro y 1,226 €/litro.

A los primeros precios, sin embargo, hay que descontar los 20 céntimos/litro de ayuda estatal que se llevan aplicando desde el pasado 1 de abril y que se extenderán, al menos, hasta el próximo 31 de diciembre. Una subvención que se ha aplicado en otros países europeos y que no ha dejado de ser un parche ante la histórica subida del precio de los combustibles.

Y es que la ayuda estatal no ha servido para absorber el mayor coste del diésel y la gasolina, tan sólo ha aliviado el paso por caja de los consumidores. Unos consumidores que, sin embargo, no se han beneficiado igual de esta subvención. Los más ricos son los que más la están disfrutando.

Combustible más caro y menor consumo

Durante la prórroga de la ya mencionada subvención, el Gobierno se dividió entre quienes defendían una ayuda universal en el precio de la gasolina y quienes reclamaban beneficiar en mayor medida a las rentas más bajas. En este último banco se encontraba Yolanda Díaz (ministra de Trabajo y Economía Social desde enero de 2020 y vicepresidenta segunda), Alberto Garzón (ministro de Consumo) o Teresa Ribera (ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y vicepresidenta tercera).

Entre los argumentos esgrimidos: una subvención universal sólo beneficia a quienes pueden asumir un mayor gasto y no reduce el consumo de combustibles fósiles, por lo que tampoco sería una medida limpia y respetuosa con el medio ambiente.

En este tiempo, Caixabank ha elaborado dos interesantes informes sobre el consumo de los carburantes. En el primero, que recogía datos de hasta marzo de 2022 (justo antes de que entrara en juego la subvención) demostraban que quienes menos gasto hacían de gasolina y diésel apenas habían incrementado su gasto, mientras que éste se había disparado entre la mitad que más dinero empleaba en carburantes.

En marzo, los consumidores que menos gasto hacían en combustible habían visto encarecida su factura mensual en un 2,3%, mientras que los que más gastaban habían necesitado un 32% más de dinero a final de mes para cubrir sus necesidades, en comparación al mismo periodo de 2019.

Desde la entrada en vigor de la subvención, los precios no han hecho más que encarecerse, con amenaza del Gobierno a las estaciones de servicio de que podría retirar la ayuda si comprobaba que los costes se estaban hinchando artificialmente.

Y el paso de los meses sólo ha confirmado que los conductores que menos gastaban en carburante son los mismos que más han abogado por restringir su uso. El decil que menos gasto hacía de este bien, en julio gastó un 20,7% menos que en el mismo mes de 2019, por lo que moderó (y mucho) su consumo.

Sin embargo, conforme aumentamos el volumen del tíquet medio también aumenta el sobrecoste a final de mes. Así, los compradores que más gasto hacen a final de mes en diésel y gasolina están empleando un 25,7% más de dinero en su factura mensual que en 2019. Aplicando la subvención, los precios al pasar por caja se han incrementado en un 32,2%, por lo que todos los deciles, incluso los que más gastan, están consumiendo menor volumen de litros de combustible.

El problema es el coste real

El problema es que los estudios anteriores de Caixabank hacen referencia al volumen de gasto y no a la renta de los hogares. Como en el mismo informe se especifica, quienes más dinero gastan en transporte puede que lo hagan porque su capacidad para absorber el incremento en el precio sea mayor pero, también, porque no tengan otra alternativa al uso diario del vehículo privado.

Es uno de los problemas a los que apuntaba el sector crítico del Gobierno con la ampliación de la ayuda a la compra de combustibles: las rentas más bajas sin alternativa al coche verán mucho más presionada su economía familiar que las rentas altas.

Las rentas más altas gastan más dinero en combustible, cada mes, que las rentas bajas. No sólo es que tengan vehículos que consuman más es que, además, tienen mayor número de vehículos por hogar, lo que dispara su gasto. Son conclusiones que hizo la Comisión Europea en 2020.

Además, los datos de Barcelona y Madrid recogidos por elDiario.es demuestran que las rentas altas utilizan mucho más el vehículo privado que las rentas bajas. En Pozuelo de Alarcón, uno de los municipios más ricos de España, el 62% de los trayectos se realizan en coche. En Parla, en el extremo contrario, se utiliza el vehículo privado en el 41% de los viajes. En el término medio, la excepción es Alcalá de Henares donde sólo el 14% de los desplazamientos se realizan en coche. En Leganés y Alcorcón, este porcentaje se eleva al 36 y el 35%, respectivamente.

Sin embargo, son las rentas medias y bajas las que más sufren con el incremento de los combustibles, pues son los que más porcentaje de su presupuesto mensual dedican al mismo. La Comisión Europea arrojaba otro dato: las rentas medias y bajas son las que, porcentualmente, más dinero de su presupuesto gastan en electricidad, en calentar su hogar y, por supuesto, en combustibles.

La fotografía general dice, por tanto, que el consumo en litros se ha contenido pero que no todos los conductores lo han hecho en la misma medida. Los que ya gastaban poco en este bien son los que más ajuste han realizado y los que han reducido drásticamente su consumo. Pero, también, que quienes no tienen alternativa al uso del vehículo privado y sus rentas son más bajas, han visto presionadas su economías como nunca antes.

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La noticia La subvención a la gasolina y al diésel tiene unos claros beneficiados: las rentas más altas fue publicada originalmente en Xataka por Alberto de la Torre .




Fuente: Xataka
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