Qué hacen las bibliotecas con la información de los libros que leemos

Qué hacen las bibliotecas con la información de los libros que leemos

En España hay más de 6.600 bibliotecas, entre públicas, privadas, nacionales y especializadas. Estos espacios reciben la visita de más de 100 millones de personas al año, aunque el número de españoles que están registrados en una o más de esas bibliotecas son algo más de 17 millones.

Darse de alta en una biblioteca es un requisito imprescindible para poder llevarse a casa los libros que ceden estos espacios. En total, en nuestro país las bibliotecas tienen más de 226 millones de libros para su consulta y cesión, así como más de 60 millones de otro tipo de documentos (sonoros, audiovisuales, partituras…). En total, se realizan unos 70 millones de préstamos anuales, la mayoría de ellos libros.

Para qué tantos datos

Todos estos datos son cifras oficiales, del Ministerio de Cultura y de la Subdirección General de Estadística y Estudios de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que elabora un anuario con las estadísticas más relevantes del ámbito cultural. El objetivo de toda esta información es tener un conocimiento objetivo de la situación de la cultura en España y de su evolución.

En este último informe (de 2018) también podemos ver, entre otras estadísticas, que casi el 80% de los usuarios registrados en bibliotecas son adultos y el 20% restante, menores de edad.

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En tiempos de GDPR, nos hemos preguntado si con tantos datos a su alcance, las bibliotecas hacen algún tipo de tratamiento para saber cuáles son los libros más leídos, si estudian su temporalidad o relación con la edad, el género o el tipo de usuario (frecuente o esporádico) de sus espacios.

Si quieres llevarte un libro, regístrate

Como casi en cualquier servicio, las bibliotecas nos piden hacernos una ficha de usuario antes de poder llevarnos prestados algunos de sus volúmenes. Así, y conforme a lo que marca la ley de protección de datos personales, las bibliotecas recopilan aquella información necesaria para identificar al usuario: nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono serán los datos básicos y mínimos que cada uno de estos espacios tendrá de nosotros si nos damos de alta.

¿Para qué se utiliza esta información? Pues básicamente para saber cuándo hay que aplicar posibles sanciones por retraso en la devolución de los libros (que suele ser una cantidad de días en los que no puede volver a hacer uso de la colección de la biblioteca).

“La información relativa a los préstamos de documentos o a los días de posible sanción por retraso en la devolución de los mismos suele desaparecer cuando ya no tiene documentos en préstamo o ya ha cumplido la sanción por retraso”, explica José Alberto Albarracín Ramírez, socio colaborador y webmaster de la Asociación ABDM (Asociación Profesional de Archiveros, Bibliotecarios y Documentalistas de Madrid).

Tu perfil no me interesa

Este experto también nos aclara que ése es, fundamentalmente, el motivo por el que los usuarios de biblioteca deben registrarse. Es más, niega que estos espacios realicen técnicas propias del marketing de empresas privadas, como identificación de perfiles, segmentación de usuarios o correlación sobre los títulos más prestados según tipología de usuario (edad, sexo, estado civil, etc.).

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No es el objetivo de una biblioteca saber los gustos particulares de un usuario concreto respecto a los documentos que se lleva en préstamo o lee o si es un posible "moroso" pues, entraríamos en una violación de la intimidad de los mismos”, subraya Albarracín.

Evidentemente, estos datos que recopilan las bibliotecas están sujetos a la ley de protección de datos, por lo que cualquier usuario puede darse de baja y pedir que eliminen sus registros. Sin embargo, parece que una vez que nos registramos en una biblioteca, nunca pedimos la baja. “Es muy raro pero podría suceder”, confiesa José Alberto Albarracín Ramírez. “Normalmente las altas como usuarios de bibliotecas públicas no caducan y son de por vida. Es raro ver que alguien se da de baja de una biblioteca”, añade.

Lo que sí puede ocurrir (y, de hecho, es más común que esta solicitud de baja) es que un usuario, pese a tener carnet, no acuda nunca a la biblioteca. En cualquier caso, si un usuario quisiera darse de baja de la biblioteca y que eliminasen todo rastro de información sobre él, “debería ponerse en contacto con los responsable de altas de usuarios en la biblioteca para formular su petición”, explica este experto.

SIGB, el software de las bibliotecas

Por otro lado, las bibliotecas también guardan información sobre los documentos de la colección, como la información descriptiva para aplicar la catalogación a los mismo (autor/es, título, edición, lugar, año, materias, números de clasificación, etc.).

Todas la bibliotecas, sean de mayor o menor entidad, públicas o privada, deben contar (al menos en teoría) con un sistema integrado de gestión bibliotecaria o SIGB. “Es una aplicación informática muy completa que sirve para gestionar todos los aspectos de la biblioteca: adquisiciones, catalogación, personal, usuarios, estadísticas, etc. Los hay de muchas clases: para bibliotecas públicas, universitarias, escolares o especializadas; y también en los hay de software libre o propietario”, explica José Alberto Albarracín Ramírez.

Con estos datos, sí que saben cuáles son los títulos más prestados lo que les permite mejorar el funcionamiento de sus espacios y realizar acciones de animación a la lectura.

Estadísticas de libre consulta

Además de emplear esta información con fines de difusión de la colección o animación a la lectura, los datos se utilizan también para obtener estadísticas de la colección. Por tanto, sí que se sabe qué libros son los más prestados, pero esta información se usa sin "estar ligada a los gustos particulares de los usuarios" en palabras de Albarracín.

Es decir, se obtienen estadísticas de qué documentos se prestan más, de qué materias, qué títulos son los más solicitados o menos, o los que nunca se han puesto en circulación para evaluar la colección, mejorar su utilización y solucionar posible deficiencias.

Libros

Además de eso, se puede sacar estadísticas del número de documentos que la componen, porcentajes de incremento de la colección respecto al anterior, número de usuarios dados de alta y su incremento respecto al año anterior, etc.

En bibliotecas públicas o de entidades públicas (es decir, de ayuntamientos, comunidades autónomas, universidades, etc.) se suelen guardar y publicar en sus respectivas páginas web informes estadísticos con esta información. “Normalmente se hace por razones de transparencia y con el objetivo de informar de la marcha de las bibliotecas”, concluye Albarracín Ramírez.

Pero, como insiste este experto, el uso y tratamiento de la información y de todos los datos es más estadístico que de cualquier otra índoles. Sí, las bibliotecas tienen guardados los datos de sus usuarios y de los libros que forman su catálogo, pero esta información no se cruza, de manera que no hay constancia de que libros se lleva prestado cada usuario. Ni siquiera de su temática. "No se haría por ser un invasión de la privacidad o la intimidad de cada usuario", insiste este experto.

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Fuente: Xataka
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