Análisis de Nintendo Labo: Robot. Más espectacular que el Kit variado, pero con menos posibilidades

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No puedo decir que haya salido tan encantado del ‘Toy-Con 02 - Kit Robot’ como lo hice del ‘Toy-Con 01 - Kit variado’. Los críos, sin embargo, no dicen lo mismo, y durante dos semanas la idea de poder jugar con el robot ha estado en su boca una vez tras otra. Lo que ellos no son capaces de apreciar y a mí me apartó de la experiencia pasadas unas horas, es que esta otra opción de Nintendo Labo tiene las patas mucho más cortas.

19 planchas de cartón y un puñado de cuerdas son todo lo que necesitas para montar tu propio robot. Una mochila que, a base de poleas atadas a pies y manos, refleja tus movimientos en la pantalla para convertirte en un Transformer dispuesto a arrasar con una ciudad alienígena. Una idea fantástica a la que sólo le faltan unas gafas de realidad virtual para acabar de redondear la experiencia.

Montando un robot de cartón

Habiendo hablado largo y tendido sobre lo que supone Nintendo Labo para el mercado y lo que ha comportado en su llegada a mi casa, en el análisis de ‘Toy-Con 02 - Kit Robot’ podemos ir mucho más al grano. Hay dos experiencias a destacar, la del montaje y la del juego en sí mismo, y en ambas cuestiones se puede repetir lo mismo que ya se hizo en el análisis del ‘Toy-Con 01 - Kit variado’.

La gran diferencia es que aquí, por ser una única experiencia en vez de cinco muy distintas entre sí, y habiendo dejado atrás el factor sorpresa del primer kit, todo parece algo más vacío. Al montaje, lo suficientemente claro para que un crío de ocho años pueda ayudar (no sin alertarle que la está liando en más de una ocasión), se le ve el truco mucho antes que en las construcciones del ‘Toy-Con 01 - Kit variado’, y al ser el corazón del robot una de las primeras partes que terminas, ese efecto sorpresa se pierde un poco.

Es complicado hacer una revisión de esa parte por todas los variables que influyen, motivo por el que he querido dejar reposar el texto antes de finiquitarlo. Habiendo montado cosas como un piano, una caña de pescar y una moto, el haber leído que el montaje del ‘Toy-Con 02 - Kit Robot’ iba a llevarnos varias horas me sobrepasó un poco.

El miedo era infundado, la verdad, y en apenas hora y pico o dos horas con la ayuda de mi mujer, el robot ya estaba montado y listo para ser probado. Dos horas, con dos voces resonando al ritmo de “¿queda mucho? ¿Puedo probármelo? Yo quiero jugar ya”, son bastante más largas que 120 minutos, así que es algo a tener en cuenta. Aquí va un mensaje para los padres: aprovechad para acelerar el proceso mientras duermen y que os ayuden a terminar el día siguiente, de lo contrario la ayuda en menores de 10 años será mínima y la cantinela resonando en vuestras cabezas excesiva. Son niños, ¿qué quieres?

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Un Nintendo Labo menos inspirado

Con el robot ya montado, llega el momento de ponerse a disfrutarlo. Bien por las piezas, lo suficientemente resistentes para que un niño de 3, uno de 8 y dos adultos de 30, puedan jugar sin problemas, sin miedo a que todo se rompa a la primera de cambio o temiendo porque los cambios de estatura puedan ser un problema. Nada más lejos de la realidad, basta con ajustar cuerdas para que cualquiera pueda disfrutar del robot en cuestión de segundos.

Lo que acabe durando la diversión para unos y otros ya es otro cantar. Un modo libre en el que hacer puntos por un tiempo limitado es su principal baza (ideal lo de que se acabe el tiempo para forzar que si hay varios críos puedan jugar un rato cada uno). En él, toca masacrar edificios y naves a base de puñetazos, pisotones, volar y caer sobre objetivos o, la acción favorita del más pequeño, agacharte para transformarte en un coche que dispara cada vez que das un puñetazo.

Francamente, hay poco que rascar ahí más allá de ir en busca de nuevas puntuaciones, así que toda la profundidad de la idea recae en los desafíos. Pruebas contrarreloj en las que realizar distintas acciones para ganar nuevas habilidades para el robot, desde tirar rayos hasta convertirte en avión. En un adulto, hay contenido para poco más de una tarde. En el caso de un niño, y dependiendo mucho de su habilidad y su capacidad para evitar frustrarse o aburrirse, algo más de tiempo.

La posibilidad de hacer batallas locales queda relegada a aquellos que tengan un conocido con otro robot, así que lo único que queda por mejorar la fórmula es la creación de unos tornillos que podemos insertar en la mochila para modificar el aspecto del robot y, por supuesto, la rama descubrimiento que nos invita a hacer nuestras propias creaciones mientras aprendemos cómo funciona eso de convertir unos simples trozos de cartón en un poderoso robot.

Si tú o tus críos sois muy fans de la idea, es muy difícil que acabéis descontentos con ella, pero si es vuestra primera compra de Nintendo Labo y estáis dudando entre la espectacularidad de un robot o la aparentemente aburrida propuesta de construir un piano o una caña, darle una vuelta a ese último razonamiento y, si aún no lo veis claro, confiad en lo que os digo y empezad por el kit variado.

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Fuente: Vidaextra
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